Perdí la virginidad. Dedicado a Diana T. del face

Perdí la virginidad. Dedicado a Diana T. del faceHola, me llamo Diana y vivo en Ciudad de Méjico. Quería contarles como fue mi vida en el último año.Ahora tengo 21 años, y hasta hace un año era virgen, virgen total.No piensen que soy fea y que por ello con 20 años no había probado el placer del sexo, al contrario, el problema en realidad era que era demasiado hermosa. Sí señores eso a veces es un problema, porque los chicos temen ser rechazados y la ignoran a una, y una es, o era, muy decente para ir insinuándose a los chicos que le gustaban.Todo esto cambió cuando por cuestiones familiares me tuve que ir vivir a casa de mi tía Lola y su marido Luis. Eran un matrimonio de entorno a los 50 años, pero todavía de muy buen ver.Convivir con alguien significa sin duda compartir muchos momentos, incluso de intimidad. Así fue como una noche que me levanté al baño casualmente, al pasar delante de la puerta de su dormitorio, oí gemidos. No pude resistir la tentación y, al estar la puerta entre abierta, decidí espiar a ver qué ocurría.Y lo que ocurría era lo natural, Luis y mi tía estaban follando como locos. Él la tenía ensartada con una gran verga, mientras ella lo cabalgaba loca con sus grandes y hermosas tetas balanceándose a gran velocidad. La escena provocó en mi interior una revolución total. Inmediatamente los músculos de mi vagina se relajaron, como para permitir que un objeto penetrase en ella, a la par que toda mi cavidad se inundaba de líquidos para facilitar esa penetración, líquidos que comenzaron a inundar mi braguita y a escurrir por mis muslos.Con esa imagen en mi mente me retiré a mi cuarto, y metí lo único que podía en mi húmeda vagina, mis dedos, que acariciando mi clítoris me hicieron llegar a un maravilloso orgasmo. Pasaron unos días y mi tía Lola por cuestiones laborales dijo que se estaría una semana fuera de la ciudad.El primer día de su ausencia mi tío Luis llegó del trabajo a media tarde. Yo le había preparado la comida y le esperaba para comer juntos. Mientras lo hacíamos comenzamos a charlar. Al principio de banalidades, pero luego él comenzó a preguntarme por mis noviazgos. Cuando le confesé que no conocía a ningún chico me dijo:--- Ahora entiendo lo del otro día.Yo le miré sorprendida, no sabía a lo que se refería.--- Sí, la otra noche te ví masturbándote en tu habitación.En ese momento quise morir, pero todo todavía podía empeorar.--- Y tu tía también te vió.Ahí sí que llegué a desear desaparecer.El continuó:--- Acabábamos de hacer el amor y nos levantamos al baño. Al pasar delante de tu habitación oímos ruidos, nos asomamos y te vimos. Fuimos discretos, te observamos un rato, nos deleitamos con la visión de tu chocho penetrado por tus dedos, de cómo acariciabas tus lindos pechos. Después fuimos al baño y regresamos a nuestra habitación, donde volvimos a echar otro fogoso polvo recordándote desnuda y haciendo comentarios sobre tí.En ese momento la sangre me invadía las mejillas, ruborizándolas, pero también inflamaba mi vagina, oír aquello me excitaba y mucho.Luis se dio cuenta, agarró mi mano, y preguntó:--- ¿Estás bien?Sentir el tacto de su piel me derrumbó, perdí el pudor por primera vez en mi vida, me incorporé y busqué su boca.A partir de ese momento se desencadenó el frenesí. Él tenía su pene erecto recordando lo que había pasado, yo me abalancé sobre ése objeto de mi deseo, lo liberé de su pantalón y me lo metí en la boca. Era largo y grueso, me llegaba hasta el fondo, y me daba mucho placer. Él gemía y con sus manos me obligaba a introducirme cada vez más su enorme miembro en mi garganta.Con mucha ansiedad nos incorporamos, y sin decirme nada me llevó hacia su dormitorio, a la vez que me iba quitando la ropa, sin que yo ofreciera ninguna resistencia.Me lanzó ya desnuda sobre su cama, mis piernas abiertas mostrando mi vulva caliente y húmeda.Se quitó rápidamente su ropa mientras me miraba fijamente a los ojos. Cuando se desnudó su mirada fue directa a mi chocho y tras su mirada su lengua. La maestría con la que la introdujo, la habilidad con la que lamía mi clítoris hizo primero que mojase la cama, y que inmediatamente tuviera un gran orgasmo que hizo temblar todo mi cuerpo.Entonces se incorporó y tumbó su cuerpo sobre el mío. La punta de su pene tocaba mi chocho, pero sin penetrarlo. Yo lo notaba latir y el notaba mi humedad. Me miró a los ojos, con ternura y deseo, y poco a poco su pene se abrió camino en mi cuevita. Llegó un momento en el que el himen lo frenó, pero no fue obstáculo, con un rápido movimiento lo rompió, un leve dolor me invadió.Finalmente su gigantesca polla llenó mi vagina y comenzó un alocado metesaca que me llevó rápidamente al culmen del placer. El dolor había dado paso al mayor placer jamás sentido.Después de provocarme tres orgasmos, sí tres, sin parar de bombear en mi vulva, cuando ya le imploraba que parase porque no era capaz de soportar más ese inmenso placer, noté que su leche caliente me llenaba y me llevaba a un último orgasmo casi simultáneo al suyo. Desfallecí.Cuando abrí los ojos no daba crédito a lo que veía. Mi tía había vuelto, y estaba desnuda a los pies de la cama, abrazada a mi desvirgador.(continuará)