Tramıte en la capıtal

TRAMITE EN LA CAPITALPrimer díaHola, me llamo Laura. Vivo en una pequeña ciudad, más pueblo que ciudad, a 2 horas de bus de la Capital del País. Tengo 35 años, soy divorciada, tres hijos, de 12 a 17 años. Soy de tez oscura, algo gorda. Y lo más importante, desde hace unos años soy decididamente lesbiana. Este aspecto de mi vida no lo hago evidente en mi pueblo. Ustedes saben pueblo chico, infierno grande. Pero cada vez que puedo visito a una amiga, que vive en las afueras de otro pueblo, en una granja. Ella se llama Blanca, tiene alrededor de 45 años, por esas cosas que tenemos las mujeres, nunca dice cuántos. Bueno, Blanquita es muy delgada y bastante más alta que yo, 1.70 y 1.60, es muy blanca, aunque tostada por el trabajo de la granja, es canosa aunque se tiñe de castaño, el cuerpo muy magro, tanto de trasero como de tetas. Pero tiene unas manos enormes, fuertes, pero que conmigo son muy delicadas. Somos más amantes que una pareja. Como dije, no vivimos juntas y yo la visito los fines de semana que puedo encajar a mis hijos con algún pariente.Cuando, le conté que debía viajar a la Capital, por 2 o 3 días para hacerme un examen médico, trámites por el todavía divorcio y de paso, pasear, ella se ofreció a ir conmigo, que dejaba la granja en manos del capataz. El corazón me dio vueltas sobre sí mismo, eran como vacaciones en pareja. Por supuesto que acepté. Tomamos precauciones, yo iría en bus y ella con su auto y nos encontraríamos en un hotel, al que ella iba cuando tenía que esta asistir a la Capital.Así fue que nos encontramos en la tarde del martes. Luego de inscribirme en el hotel, ella ya lo había hecho. Fuimos a la habitación, solo una, con solo una cama matrimonial. Cuando deposité el bolso en la cama, sentí que me chorreaba la panocha. Pensé, Laurita eres una gorda calentona. Blanca acomodó el bolso en el placar y me dijo, Laurita, date una ducha y luego vemos que hacemos. ¡Mamá! Sentí fuego en mi entrepierna, ja ja jaMientras Blanca, salió a comprar no sé cuáles cosas, yo me duché, me jaboné toda, pero creo que técnicamente me masturbé, porque no podía sacar mi mano de la concha. Me sobé los pezones 3 millones de veces y me daba alegría ver lo duros que se ponían. Cuando terminé la ducha masturbatoria, salí solo con un bikini y una toalla en mi cabeza. Así estaba cuando llegó Blanca. Me miró y me dijo ¿por qué te has puesto tanta ropa? Ja ja ja. Me mostró una crema para el cuerpo y dijo, te la voy a aplicar para que tu piel sea aún más sedosa. Secreto, mi niña ya había abierto el grifo de agua caliente y mi vulva estaba mojada y caliente, como siempre que estábamos por coger con Blanquita. Dicho y hecho. Desnuda totalmente me pongo boca abajo en la cama. Veo a Blanquita que también se queda en cueros, se sube a la cama y empieza a ponerme crema en el cuerpo. Empezó por los pies, siguió por las pantorrillas y los muslos. Cuando esperaba sus manotas en mi conchita, ella paró y se fue a mi cuello, antes de la crema, me dio un par de besos, sabiendo perfectamente, cuanto me gusta, luego bajó con la crema por mi espalda hasta la cintura, por mis glúteos, primero el derecho luego el izquierdo. Stop. Date vuelta Laurita. Así lo hice, con las tetas al aire y la panocha inundada en primer plano. Ella siguió con el camino trasero, besó mis pies, puso más crema y avanzó por pantorrillas y muslos, rozó mi concha pero no se detuvo en ella. Fue a la parte superior, primero me besó en la boca, un beso de lengua enorme y profundo, besó mi cuello y luego mis dos tetas, jugó con los pezones, los mordió con los labios y como notó que yo estaba desesperada. Me pidió paciencia, puso crema en mi rostro, cuello, torso, brazos y manos. Luego volvió a mis tetas y pezones que no los vi ni los toqué pero me daban la sensación que eran dos carozos de duraznos. Finalmente llevó la crema a mi zona púbica. Merodeando la concha, y con suaves roces a mis labios vaginales y clítoris me preguntó si yo estaba lista para otra sorpresa. A lo que le dije que yo Laura X estaba totalmente entregada a Blanca Y, y que dejaría que ella hiciera de mí lo que fuera. Al instante sacó de la bolsa de compra un envoltorio, de él salió un aparato muy delicado, era como un consolador, curvo, con un enorme pene en una de sus puntas y un pene más pequeño en el otro. Le pone un profiláctico a cada uno de ellos y el más pequeño lo entierra en su culo. Con cara de juguetería, prueba y comprueba que lo tiene bien encajado, ajusta el forro del pene libre y me sonríe y me dice Ahora eres mi mujer y te voy a coger?Sube a la cama, me besa interminablemente (¡cómo me gustan esos besos!) con su mano me acaricia la concha y me atiendo el clítoris y le suplico que me coja. Me mete ese consolador de apoco, pero finalmente bien profundo, al punto de que nuestros labios vaginales chocaban. Así, yo abajo, ella arriba, se encarama bien sobre mí cuerpo, me besa me chupa las tetas, me toma bien de las caderas y siento en ese momento el orgasmos más interminable de mi vida. Chorreo líquido vaginal, empapo la sábana y le pido a Blanquita que no me saque la polla de mi concha nunca más en la vida. Estuvimos así como media hora y tuve dos orgasmos más. Hubo luego en esos tres días otras experiencias, pero desde ese momento puedo decir que COGER EN LA CAPITAL es lo máximo.(seguirá)