La Casa Swinger. Primera Parte

La Casa Swinger. Primera ParteNo es la primera vez que me las tengo que ver sola. Aunque ahora con tres hijos es más complicado. Lo bueno es que ya había empezado a buscar opciones desde antes de que Julio me dejara de mantener. No le gustó que no quisiera dejar a Víctor. Voy a ver de nuevo a Ernesto, me dijo que me diera una vuelta en dos semanas a ver si se abría la plaza de recepcionista en la pizzería de la López Mateos en Neza. Desde entonces ya pasaron cuatro semanas, no pensé que me fuera a urgir la chamba, lo bueno es que creo que le gusté para ese puesto. Me voy a poner minifalda, a ver si eso lo convence. No me queda tan lejos, pero aún así, se hace como media hora de transporte. - ¡Hola! ¿cómo estás? ? saluda Liliana, al tiempo que le da un beso en la mejilla.- Hola, espérame un momentito, déjame acabar de despachar esta orden.Liliana obedece y se sienta en una de las mesas desocupadas. Juega con su celular y alzando la vista descubre enfrente un bar con un letrero en el frente que dice: ?Se solicitan meseras con buena presentación?. - Ahora sí, ¿qué crees?, pues que no se ha aprobado la plaza, yo le sigo insistiendo a mi jefe, pero no se decide.- Qué mala onda, y yo que me di la vuelta hasta acá en balde.- Por que no me has querido dar tu teléfono.- Es que la otra vez era muy pronto, y no sabía bien tus intenciones cuando me lo pediste. Tenía novio y no quería más problemas. Oye, ¿y allá enfrente? ¿cómo ves?- No, allá enfrente está grueso, si quieres ve y pregunta, pero yo que tú no iba.- ¿Por?- No sé, pero me da mala vibra. Mira, en media hora termina mi turno, si me esperas te doy aventón, como la otra vez, al fin que mi casa está rumbo a la tuya.- Va, gracias. Regreso en media hora.Pese a la opinión de Ernesto, Liliana cruza la calle y entra a preguntar en el bar de enfrente. El bar sin funcionar, por ser aún temprano, tiene un aspecto sombrío, pudiera decirse abandonado. Las mesas con las sillas superpuestas, y la poca luz poco hablan de la algarabía y actividad que en la noche viven. Saluda al espacio en penumbras, una voz desde el fondo responde, y una silueta aparece.- Leí el letrero de afuera, ¿qué se necesita para el puesto de mesera?El hombre de mediana edad revisa la figura delgada y de hermosas piernas que frente a él pregunta informes, evaluando si se ajusta a los requerimientos del puesto.- Se trata de un puesto de mesera con criterio amplio.- ¿Cómo es eso?- Pues atiendes a los clientes, y si te piden que brindes con ellos, te sientas a compartir la bebida con ellos. No pagamos sueldo fijo, pero te llevas una comisión por la bebida que ellos consuman y además la propina que te quieran dar.- Entiendo ? responde Liliana comprendiendo la respuesta que le dio Ernesto momentos antes. Este trabajo no le interesa, pero no quiere verse espantada ni descortés, por lo que sin saber por qué, pregunta fingiendo estar interesada:- ¿Y de qué horas a qué horas sería el turno?- Abrimos a las ocho, pero las chicas, digo, las meseras llegan a las nueve y se van hasta que cerramos en la mad**gada, a veces cerramos antes, a las doce, si no hay movimiento, o si está muy animado cerramos a las tres de la mañana.- Ah, ok, pues gracias.- ¿No te interesa? Tú podrías ganar buena lana aquí.- Lo voy a pensar, muchas gracias.Sale precipitadamente del lugar, pensando en la vida que tendrán las pobres ?chicas? que tienen que trabajar ahí. Regresa a la pizzería y momentos después se sube en la motocicleta que Ernesto usa para transportarse. La minifalda no es una buena idea para usar en estos vehículos, se dice, pero siendo la mejor opción para regresar a casa, no le queda otra que mostrar sus piernas a los transeúntes y automovilistas abrazada a Ernesto, mientras circulan por las calles y avenidas de Ciudad Nezahualcóyotl, rumbo a Chimalhuacán.- Bueno, hasta aquí llego, creo que ya estás cerca de tu casa.- Sí gracias.- ¿No me vas a dar tu teléfono?- Mejor dame el tuyo y yo te llamo la semana que entra a ver si hay algo.- Ok, pero me llamas.Liliana registra el teléfono de Ernesto entre sus contactos y con un beso en la mejilla se despide convencida de que tiene que seguir buscando.-----Dios aprieta, pero no ahorca, reza el refrán. Por esos días entra en contacto con sus medios hermanos, a quienes no conocía, pero un evento familiar inesperado los reúne, y curiosamente, Isaías, el menor de ellos, está a cargo de un nuevo restaurante que se está inaugurando en la Condesa. Obviamente la plática termina en una cita de trabajo el lunes siguiente.- ¿Ya has trabajado de mesera?- No, nunca.- Bueno, pues habrá que capacitarte. Le voy a decir a Luis que te vaya explicando todo el movimiento, por lo pronto, vas a ser garrotera. ¿Sabes qué es eso?- ¿La que da de garrotazos?Una risa diáfana y espontánea estalló en la boca de Isaías. - Claro que no, no manches, como dicen en el norte, te la bañaste. Un garrotero, es el que limpia las mesas y apoya al mesero recogiendo trastes o llevando los platos servidos en la cocina al comensal, que así le llamamos al cliente. Tú vas a estar ayudando a Luis, y él te irá explicando como tomar una orden y cómo explicar un platillo, y lo que es más importante, cómo sugerir para que el consumo sea mayor.- Entendido y anotado hermano ? contestó Liliana, riendo también, contagiada por la risa de Isaías.Luis se convierte así en el mentor de Liliana. Le enseña cómo poner manteles, servilletas, platos, cubiertos. Le explica lo que se incluye en el menú y la manera en que es preparado. La carta de vinos no queda fuera de las lecciones. Así Liliana aprende a destapar botellas de vino frente al cliente, cómo descorchar, la cata previa y el hábil giro con al momento de servir para evitar que una gota se derrame. La manera de servir la comida: Las ensaladas se sirven normalmente después de las sopas. La comida debe servirse por la izquierda del comensal y se retiran por la derecha. Se sirve antes a las damas que a los caballeros.La cantidad de información que recibe diariamente es mucha y no es fácil tener todo presente cuando se está iniciando, pero la retentiva de Liliana es muy grande, y avanza en este proceso de entrenamiento muy rápidamente, para gusto y sorpresa de Isaías.En vía de mientras, sigue con su puesto de garrotera, lo que no le permite tener acceso a las propinas, así que el ingreso es poco y gran parte de lo que gana se le va en transporte. Su expectativa es llegar a mesera y así mejorar su situación. Luis y ella comparten mucho tiempo, bien sea en el proceso de capacitación o esperando el arribo de los comensales. De alguna manera la temática de sus conversaciones se inclina al erotismo. Luis tiene esposa y un hijo de meses, Isaías, su jefe, ya le advirtió que no juegue con su hermana, de igual forma, también ya le dijo a su hermana que Luis es casado. Ambos saben que algo entre ellos puede detonar consecuencias laborales que no quieren poner en riesgo, por eso se limitan a calentar sus mentes y encuentran que la mejor manera es compartiendo lecturas de libros eróticos. Es así que Luis le presta Las Edades de Lulú de Almudena Grandes, la similitud del personaje con ciertas características de Liliana, como la infancia carente de afecto, o la realidad de sus treinta años sumida en un infierno de deseos peligrosos, les permite comentar ampliamente algunos pasajes y a partir de ellos explorar posibilidades y compartir fantasías. Liliana tiene muchas que no confiesa a Luis, como tener sexo con su medio hermano Isaías. Sin embargo, en su vida exterior solamente es una mesera en entrenamiento ahogándose en gastos y responsabilidades, buscando con desesperación cómo sobrevivir con sus pequeños.Julio la busca, pero ahora no como pareja. Sabe de sus necesidades y le ofrece apoyo económico a cambio de su cuerpo. Sí, la está prostituyendo. Ella acepta, se dice ya qué, no le importa que la relación sea ahora así, si es la forma en que puede darle de comer a sus hijos. Fingen tener una relación de amistad fallida, se comparten confidencias, pero en el trasfondo simplemente concretan una transacción mercantil. Los encuentros no son frecuentes, son cada vez que la cuña aprieta y ella no puede salir con sus gastos. Para poder entregarse a los caprichos y deseos de Julio, Liliana ya no se apoya en su hermana Lucía, le pide a Víctor que cuide a sus hijos mientras ella sale con Julio. La aguarda hasta la mad**gada, cuando pasada de copas regresa. Víctor le pide detalles del encuentro. Ella se los comparte narrando cada situación y postura, mientras tienen relaciones. Una nueva dinámica se establece entre ellos.Esta vez Liliana le cuenta a Víctor su visita a la Casa Swinger. Julio pasó a la puerta de su casa. Ella vestía de forma normal, digamos nada provocativa, pero llevaba en un maletín su ajuar de puta, como se acostumbra vestir en esos sitios. Para esta ocasión, eligió unas zapatillas negras de tacón muy alto, una tanga del mismo color, un baby doll ajustado que transparentaba su cuerpo y unas medias negras que, rematando en un encaje llegaban a medio muslo. Liliana sabía que Julio le iba a recompensar generosamente esa noche. Llegaron al club, Julio dejó el auto con el valet parking y entraron. La recepción fue la de siempre: una revisión para ver que no portaran nada indebido (armas especialmente), y el pago que les daba derecho al uso de las instalaciones. Ya en el interior se dirigieron al salón principal, donde se encontraban ya muchas parejas, y algunos hombres solos. Ese día era uno de aquellos en que dejan entrar una pequeña cantidad de singles para fomentar los tríos o lo que se dé. La tenue luz en las bancas corridas que rodean la pista central generaba una atmósfera seca, pesada, expectante. Encontraron lugar entre dos parejas, cortésmente saludaron y tomaron asiento. El show en vivo estaba por empezar. Una pareja de strippers baila y fornica enfrente de todos, fingiendo gran placer. Como se ve en los filmes porno. Cuando hubo terminado, Liliana fue a los vestidores a cambiarse. Al regresar, cruzó la pista para llegar junto a Julio, sabiendo que muchas miradas ya estaban sobre su cuerpo. La música empezó a sonar y Julio la sacó a bailar, por si no la habían visto, ahora bailando en la pista, junto a las demás parejas que también se animaron, sus movimientos de cadera eran una invitación a tomarla, pero aún no era el momento. Liliana bailó también con un asistente al club, que muy educado pidió permiso para bailar con ella. Liliana volteó a ver a Julio, y él asintió con la cabeza. Le gustaba ver cómo su pareja era deseada por los demás. Momentos después, la música cesó, y las parejas y los singles se trasladaron a los cuartos oscuros que complementan la experiencia swinger. Sillones rodeando grandes camas conforman el mobiliario. Ellos se sentaron en uno de los sillones, casi a la entrada de uno de los cuartos. Liliana se hincó frente a Julio y bajándole la bragueta buscó su verga que ya empezaba a despertar. La pericia de Liliana empezó a arrojar resultados, el miembro de Julio crecía y se endurecía a cada lamida y chupada. Julio, viendo que ya algunos singles los rodeaban, le retiró el baby doll, mientras ella seguía sumisa mamando sin alterarse por el público que la observaba. Cuando Liliana sintió que el pene de Julio estaba suficientemente parado, se puso de pie, se quitó la tanga y se montó en él, quedando frente a frente. Sus movimientos eran precisos, atacaba contra la verga de tal manera que la penetrara hasta el fondo. Poniendo sus manos hacia atrás en las rodillas de Julio, se apoyaba en ellas para moverse a voluntad, al ritmo que su vagina lo pedía, gemía en cada embate y de pronto, una mano femenina sorpresivamente empezó a acariciar sus pezones, pidiendo permiso con la mirada. Julio volvió a asentir. Las manos continuaron acariciando, mientras su boca se acercó para robarle un beso largo y sensual, enlazando sus lenguas. Liliana sabía que estaba para complacer, y se entregó a ese beso mientras seguía encajándose la verga. Julio no pudo contenerse ante tan excitante escena y eyaculó con un grito ahogado dentro de Liliana. La chica del beso se retiró y el pene de Julio empezó a perder firmeza. En ese instante un miembro erecto se plantó junto a la boca de Liliana. Ella volteó a ver al dueño de ese instrumento, y con un intercambio de miradas, Julio le dio su anuencia para que procediera a hacer lo que era su especialidad, mamar la verga. Con gran empeño se prendó a ese pene, aún montada en Julio, lamiendo desde sus testículos hasta la cabeza, y rematando con suaves chupadas, haciendo que esa verga llegara hasta su garganta. El dueño de la herramienta lo disfrutaba enormemente, y tomando sus cabellos, le empezó a marcar el ritmo de las mamadas. Liliana se sometía, al tiempo que la verga de Julio, reducida ya, intentaba salir de la vagina, contrastando con la erección de la polla que babeante entraba y salía entre los labios de Liliana. Esto se prolongó por varios minutos, tal vez quince o veinte, ese pito no se dejaba vencer, hasta que finalmente un chorro de esperma inundó su boca y escurrió por su cara. Ella solícitamente lamió todo vestigio que quedara en la verga de su ejecutor y se dieron las gracias.Con sus dedos limpió su cara y lamiéndolos le dijo sonriente a Julio:- Se me antojó chupársela desde el principio, se me figuraba mi hermano Isaías.? Continuará