Lezdom

LezdomSucedió una noche de sábado. Estaba volviendo a casa de mi amiga Susana tras una noche de fiesta con mis amigas, pese al éxito de conseguir alguien a quien llevarme a la cama fue bastante divertida y satisfactoria. Aún así, suerte que mañana llegaba Susana, podría enrollarme con ella para descansar las penas. Lo que me jodía es que había bebido mucho, tenía la necesidad de sexo, pero sabiendo lo que me esperaba al día siguiente era mejor aguantarse las ganas. Llegué a la casa y todo parecía perfecto, sin ningún cambio, nada roto...pero de repente en el espejo de mi habitación mi una sombre, me asusté, intento atacarme pero pude reducirla rápidamente gracias a mis clases de defensa personal. No sé cómo lo hice pero conseguí inmovilizarla y atarla. Le quite la capucha, era una mujer. Tras largas amenazas, la mayoría inofensivas, me confesó que había venido a robar. Que alguien le había ordenado robarme. Pero no me dijo el que. Yo intenté que confesara pero no hubo forma, abrí una botella de vino y también le di de beber para que me acompañase y ver si así confesaba. Pero tampoco. Y mi excitación subía. No para de subir. La veía a ella ahí, atada, marcándose sus pechos, me puse muy cachonda. No me pude resistir más cuando me dijo que era muy guapa. Con calma me dispuse a esposarla a la cama sin que pudiera ofrecer resistencia, lo conseguí y luego con unas tijeras corté toda su ropa y la dejé desnuda. No paraba de insultar, de chillar y de cortarme el rollo. Así que l amordacé y me puse a lo mío, con calma. Tenía toda la noche, me enjaboné, me duché, me sequé y me puse mi corsé predilecto acompañado de unas medias y un liguero. Noté, pese a sus quejas de querer quedar liberada, que le excitaba, notaba cómo aumentaban sus fluidos así que puse a masturbarla con un dedo, lentamente, acariciando sus paredes y su clítoris. Ver como su culo se movía solo pidiendo más y más me lancé y empecé a masturbarla directamente con tres dedos, bien fuerte, acariciando y apretando su punto G. yo estaba realmente excitada y necesitaba que me galopasen, pero no podía correr el riesgo de que mi esclava sexual de esa noche escapase. Primeramente le cambie la mordaza de bola por otra que tenía forma fálica de 15 cm y empecé a fallármela. No imaginaba que me excitaría tanto saber que tendría a una chica atada a la cama, con una mordaza en forma de ... yo fallándome esa ... y que me mojaría toda. Que la mojaría a ella. 6 veces. Casi 2 horas estuve así, hasta que me cansé. Pero seguía excitada, mucho. Le cambie la mordaza que tenía por otra que te la mantenía abierta. No podías articular palabra alguna pero sí podía oír su placer. Encima me puse un arnés doble, yo también quería sentir placer y con ese pene de plástico de casi 6 cm de ancho la fui follando vaginalmente. Lentamente. Muy lentamente. Con intercambios de marcha. Viendo y sintiendo sus orgasmos. Durante casi media hora. Pellizcándole sus pezones. Dándole palmadas y tirando de su clítoris. El cansancio empezó a aflorar en nuestros cuerpos. Intenté cambiarle sus ataduras como pude, estaba mucho más extasiada que yo por lo que no me supuso mucho esfuerzo. La até llevé a la silla y la até ahí de pies y manos. Me desvestí delante de ella y me tumbé a la cama para dormir. No sé que pasó. Ni cómo lo hizo. No me acuerdo de nada. Ni me di cuenta. Al día siguiente yo estaba atada en la silla. Vestida como si de una prostituta me tratase con un corsé, un tanga y las piernas abiertas. Me cogieron del pelo. Era ella reconocí sus manos, me susurró que de esta me iba a acordar toda la vida y antes de irse pintó en el espejo con Carmín Soy una ... Úsame. Casi una después entró Susana. Sentí vergüenza. Pero también excitación. Me vio atada a una silla, vestida con mis mejores prendas sexuales que a ella siempre le habían excitado y con un delicioso mensaje en el espejo. Hoy, tres años después, no he vuelto a salir de aquella casa desde entonces. Ahora la esclava sexual soy yo.